domingo, 21 de junio de 2009

LIFELINE


LIFELINE
Víctor Erice



El paso del tiempo se hace mas consciente cuando percibimos las imágenes que construye Victor Erice en Lifeline. Este cortometraje hace parte del largometraje “Ten minutes older: The trumpet” realizado también por directores como Aki Kaurismaki, Werner Herzog, Chen Kaige, Spike Lee, Jim Jarmusch y Wim Wenders. Las condiciones que propician este encuentro se ligan en la narración con dos elementos fundamentales; la aparición de un reloj en cualquier momento de la historia y diez minutos de duración para cada cortometraje.
El cortometraje Lifeline, capta el ritmo particular de un paraje en la España de Postguerra (1940). Bellas imágenes en blanco y negro, escaso dialogo en la narración y el magistral manejo del tiempo, hacen de este cortometraje poesía para reflexionar sobre la existencia y el sentido de la vida.
El tiempo se comporta como un personaje de la narración y se mimetiza de acuerdo a las situaciones que la línea de vida construye. Las imágenes dibujan lo cotidiano en sinfonía rítmica con lo que acontece en la hacienda en que habitan los personajes. Un bebe descansa en su cuna, una madre duerme en su habitación, ambos se ven conectados como si estuvieran atados por el ombligo, paralelamente el padre descansa cerca de imágenes que recuerdan tiempos prósperos, el abuelo juega solitario, la calma se prolonga con el vaivén de la guadaña cortando el pasto, en el puntear de una máquina de coser, en los pies descalzos de una niña que mesen su columpio.
De repente la atmosfera de calma que nos ha producido placer y paz, muta sin que nos percatemos. La sangre como si la oliéramos en el rojo escandaloso, se va extendiendo en una mancha negra sobre la ropita blanca de un bebe. La armonía varía y el ritmo se apodera del palpitar en el reloj, del juego de niños en un carro antiguo, en amasijo que se estira sobre la noticia de un mal augurio. Las imágenes del periódico, recuerdan las desgracias de la guerra que maltrato la sociedad en la que se construirá la línea de vida de nuestros personajes que de pronto por el vertiginoso suceso y peligro de perder una vida acuden a evitar el llanto del bebe. El llanto es vigilado por la familia y empleados. La nodriza corta el hilo que ajusta la herida y marca el destino de quienes reunidos allí reconocen en el gesto tranquilo de la madre la mejor manifestación de la vida. Sin embargo esta madre y estos hijos tendrán que lavar más de una gota de Sangre.
Un hombre, una nación, un bebe. Nacen, crecen y lloran como cuando pierden su ombligo.

María Margarita Herrera Sabogal.

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