martes, 18 de noviembre de 2008

SUEÑO O REALIDAD

COLOMBIAN DREAM
FELIPE ALJURE



La experiencia visual se siente diferente en las imágenes de El Colombian Dream. Desde la primera secuencia Felipe Aljure nos involucra con una extraña ilusión que los Colombianos normalmente no experimentamos en producciones nacionales.

La imágenes recrean absurdamente nuestra realidad y paradójicamente lo exótico y surrealista de los Colombianos, se representa en características del Pop y El Comic que el cine particularmente norteamericano ha asumido y subvertido en narraciones muy particulares como las de Tarantino en Pull Ficción o en Snatch “Cerdos y Diamantes de Guy Ritchie.

Aljure se apropia de este lenguaje que le facilita el acceso a la parodia y a la construcción de situaciones absurdas que se centran en conflictos de mafias y narcotráfico. En la narración se introducen características propias del Thriller que se evidencian en personajes como el villano encarnado en McLaine y su clan mafioso; estos como en los filmes de Tarantino mutan y se desdibujan. Jesús Elvis en El Colombian Dream es uno de ellos y se convierte en el asesino que no puede Matar. Sin embargo, podemos percibir que la narración se mantiene distante y no penetra totalmente en las características propias del género. El desarrollo del suspenso y la intriga son débiles y el conflicto que absorbe a todos los personajes no es más que una excusa para parodiar la doble moral de la sociedad colombiana.

En Colombian Dream sorprende la creación de imágenes meticulosas y en las primeras secuencias llama la atención el ritmo veloz y envolvente. Las locaciones y decorados tienen elementos pop poco usados en la filmografía Colombiana y describen lugares irreales como el Bar “El Colombian Dream” en el que se inicia la historia; sin embargo el estado de irrealidad que describe este lugar desaparece y pierde la importancia que adquirió al principio de la historia,pues pocas veces volvemos a conectarnos con el protagonismo visual que nos provocó.


La irrealidad es representada en otro elemento que se mantiene constante en la diégesis y es el uso constante de imágenes deformadas por el lente de la cámara y no hacen más que recordarnos que estamos inmersos en situaciones aberrantes de la Colombia de los sueños que sin duda nos remite al ironizar con la famosa expresión “American Dreams” la cual es el reflejo de la ilusión de sociedad perfecta en que todo, especialmente lo económico esta resuelto.


El retrato de la nación se representa en símbolos fetiches de los Colombianos como el divino niño, el tricolor en las pastillas que todos necesitan consumir para evadirse o el plátano como elemento afrodisíaco. De estos elementos visuales, las pastillas tricolores son las que mas se reiteran al igual que los seis dedos de un gemelo que traiciona. Todos estos significados que cuestionan la moral de una nación y entregan algunas reflexiones que el director quiere plantear. Sin embargo otras intenciones visuales aparecen esporádicamente y diluyen la posición del director frente a la historia que nos narra. La presencia permanente de la voz del narrador no permite que la carga visual adquiera significados y cualquier intento de entender con la imagén se invalida ya que la voz va masticando todo lo que sucede con sus reflexiones. Finalmente este personaje que es la voz adquiere la mayor carga dramática y desvía la atención de lo que acontece cuando su relato concluye lo que el espectador no alcanza a digerir porque recibe demasiada información visual cargada de significados.

La mayoría de los personajes cargan visualmente diferentes estereotipos tanto en su actuar como en sus nombres o apodos y esto contribuye a una recarga de posibles lecturas de las imágenes que tambien se pierden en la narración. Personajes como el Ángel que trae consigo un presagio y desaparece sin justificación o Nicol que se convierte en una anécdota más en la historia son un claro ejemplo que contrubuye definitivamente a evadir el discurso de Aljure.

En el colombian Dream si es claro que la narración se mantiene en un personaje muerto en un aborto (repetitivamente mencionado como la voz omnipresente) y da pie a pesar que esta es la principal reflexión; pero otras veces la reflexión toma en primer plano la representación cruel de la realidad.
Esta confusión finalmente nos hace complices de Lucho, el abortado que decide volver a nacer entregandonos un final en que el director toma el camino de sus personajes y se refugia en la teta caliente que evade la realidad de “El Colombian Dream” en el espíritu patriota y tricolor de la nación atormentada por sueños irrealizables.


María Margarita Herrera Sabogal
Diplomado en Crítica Cinematográfica.
Semiótica
Junio 2008


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